Se trata de una promoción residencial privada que tiene gran interés por la calidad del proyecto y por el minucioso cuidado de los detalles en su construcción.
La obra se emplaza en la periferia de la ciudad histórica, en un lugar donde se entremezclan elementos de lo rural y de lo urbano de tal forma que el emplazamiento no pertenece a ninguno de los dos ámbitos, o a los dos a la vez.

Lleno de reminiscencias históricas, apoyado sobre un terraplén contenido por un largo muro de piedra que discurre paralelo al río Sarela, el conjunto se levanta sobre las ruinas de una antigua explotación ganadera, estableciendo una sugerente relación entre lo existente y lo nuevo en un emplazamiento donde el pasado y el presente se encuentran confusa y misteriosamente, siempre con la sombra alargada de la ciudad medieval a sus espaldas.
El conjunto construido, compuesto por varias viviendas, se fragmenta en diversas piezas, algunas rehabilitadas y otras de nueva planta que se relacionan a través de un espacio exterior ajardinado.

En la búsqueda de la integración con el lugar, el arquitecto trata de dar soluciones a las necesidades actuales reflejando las singularidades del emplazamiento y enfatizando la presencia invisible de "lo escondido" en la vaquería. Es un gran ejemplo de integración de lo rural y lo urbano, de lo natural y lo construido, todo ello en clave de orden y sencillez.